El lote de esquina donde se proyecta el edificio se sitúa en Zona Oeste del Gran Buenos Aires, en el partido de Ituzaingó en un entorno residencial. La parcela presenta 25.5 m sobre su frente en la calle Camacuá con orientación Sudoeste, 4.24 m en su ochava y 15.5 m sobre la calle Olazábal, con una superficie de 522.76 m2.
El área donde se encuentra despliega actualmente variados proyectos de vivienda multifamiliar en vías de construcción, dando respuesta al nuevo código de planeamiento urbano que contempla una mayor densificación para la zona en este constante crecimiento de las ciudades. Sin embargo, una de las premisas fue generar una obra respetuosa de su entorno, entendiendo que la modificación del área llevará tiempo y mientras tanto el edificio deberá convivir con vecinos de baja altura y casas con jardín. Por eso consideramos que debía ser un proyecto sin espaldas.
Aceptando que con su altura de planta baja y cinco pisos será visible en sus cuatro caras, buscamos que todas las fachadas tengan movimiento y profundidad, generando diferentes planos de luz y proyección de sombras que despejen la posibilidad de un aspecto monótono porque, así como la ciudad, consideramos que la obra arquitectónica debe ser heterogénea y adaptarse a su entorno inmediato.
El clima templado es factor determinante en las decisiones tomadas acerca de la vivienda, entendiendo la envolvente del edificio como un límite que con su espesor traduce la relación entre clima y arquitectura, ofreciendo protección y creando un cobijo con un microclima particular.En este proyecto estudiamos los efectos térmicos en el espacio interior como consecuencia de la composición formal y volumétrica, cobrando gran importancia los vacíos que dividen al edificio en el sentido noroeste – sureste ya que lo dotan de ventilación cruzada junto con el pulmón ubicado en el suroeste que contiene el hall de acceso y el palier en cada nivel semicubierto.
Las expansiones en esquina forman bancos continuos de exterior a interior que generan amplios aleros mientras que la fachada más hermética se expresa al noreste con aberturas puntuales acompañadas de maceteros colgantes. En la planta baja se resuelve la expansión de los locales gastronómicos con una cubierta de vigas flotantes que tamizan la luz de la mañana y mediodía.
Anhelamos un edificio de apartamentos que se asemeje a las expectativas que uno tiene de un hogar, donde los niños y las mascotas puedan jugar, pertenecer a un sitio. Funcionalmente, el edificio presenta tres grandes tipologías con ciertas variaciones del primer al quinto piso.
Estas son: unidad de un dormitorio, dos dormitorios y tres dormitorios. Todas presentan una superficie muy generosa en expansiones sin distinción por valor o ambientes totales del departamento, lo que representa para nosotros una pequeña huelga al mercado inmobiliario.
Algunas de las tipologías presentan también espacio para el trabajo, o para una biblioteca, estudio, consultorio. Sin saberlo, la pandemia dio aún más sentido a estos sectores en principio flexibles y hoy tan necesarios para la privacidad de quienes viven en grupo.
En planta baja cedimos el retiro obligatorio sobre la línea municipal al espacio público urbano materializado a través de una vereda continua al mismo nivel que los locales y, al mismo tiempo, generamos un espacio de transición compuesto por una rampa y un estanque de agua que filtra el acceso al hall del edificio y le brinda privacidad elevándose 70 cm por sobre el nivel público.
En el sexto piso se encuentran la terraza pública. La circulación vertical es semicubierta y presenta espacios de ensanche en su transcurso que, variando su ubicación en altura, siempre están en relación con el exterior y con las fachadas ajardinadas generando ventilación cruzada e iluminación natural entre las viviendas separadas por vacíos, promoviendo el encuentro de vecinos y la apropiación por parte de las unidades de ese espacio semipúblico inmediato.
Un desafío importante para nosotros fue que cada unidad funcional tuviera, al menos en un sentido sensorial, la independencia de una vivienda. Parte de este proyecto refleja esta intención: generar viviendas aisladas, con menor probabilidad de transmisión de ruidos molestos entre unidades, así como visuales cruzadas. Por ello es que las unidades en su mayoría no comparten medianeras, están separadas por vacíos, por el sistema circulatorio y, en una tercera y eventual instancia, por los núcleos húmedos.
Esto también facilitó la iluminación y ventilación de todos los locales. Bajo la misma premisa logramos resolver la articulación de la esquina, con un vacío que separa los dos volúmenes que contienen las unidades y que, a la vez, se posicionan en diferentes planos, lo cual vuelve a darle movimiento al edificio desarmando la ochava.
Pensamos en incorporar vegetación como parte de la materialidad para brindar privacidad y variedad de colores, sensación del paso del tiempo en el paisaje del año; visuales desde el interior que se asemejen a las de una vivienda con jardín. Utilizamos canteros a nivel del piso terminado de cada unidad y cubiertas verdes, siempre coincidentes con espacios comunes para su correcto mantenimiento.
La heterogeneidad morfológica contrasta con el uso austero de los materiales. Los mismos son: hormigón a la vista donde se requiere estructura, mampostería revocada y pintada de blanco en los cerramientos, grandes paños de vidrio de seguridad con perfiles de PVC negros conectando el interior y exterior y, por último, no menos importante: la vegetación. Es así como el edificio da respuesta a su entorno brindando un nuevo escenario en el cual habitar la ciudad.
Galería del proyecto
Información del proyecto
Ubicación: Ituzaingó, Prov. de Buenos Aires, Argentina
Año de proyecto: 2016
Área construida: 1968,26m²
Niveles: 5
Estudio: Estudio Morton arquitectura
Proyecto y dirección de obra: Arq. Diorella Fortunati
Colaboradores de documentación: Arq. Micaela Salibe, Arq. Denisse Gerard, Arq. Nuria Jover
Asesor estructural: Ing. Carlos Tinnirello
Asesor instalaciones: Arq. Cintia Cáceres
Sobrestante de obra: Arq. Daiana Ferreira
Gestoría y logística: Marisa Caudi
Construcción: Serobras
Cliente: Fideicomiso Ocampo
Desarrollador: Insieme
Fotografías: Federico Kulekdjian
Estudio Morton es un estudio de arquitectura y paisaje encabezado por las arquitectas Diorella Fortunati y Nuria Jover con sede en las provincias de Buenos Aires y Chaco, Argentina. Nos interesa la transformación de las ciudades que habitamos a través de la arquitectura que creamos independientemente de su escala y encargo particular.
EnteUrbano ha recibido este proyecto en la sección PUBLICAR, donde profesionales del arte, diseño, arquitectura y tecnología envían sus trabajos para ser publicados.
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