La innovación tecnológica tiene un nombre: Silicon Valley. Esta zona californiana que abarca San Francisco y sus alrededores, la que en su momento acogió los primeros pasos de empresas como Apple, Google o Microsoft, es sin duda alguna el modelo mundial de la industria de la innovación.
Y cuando algo es modélico, los intentos de réplica no tardan en aparecer. Desde hace varios años, países de todo el mundo se fijan muy de cerca en Silicon Valley e intentan imitar el modelo y trasladarlo a sus países. Con mayor o menor éxito, eso sí, pero todos con la misma intención: convertirse en la capital mundial de la innovación tecnológica. O, al menos, atraer el máximo talento posible.
Israel: el alumno aventajado
De todos los aspirantes a este trono, Israel es, de lejos, el que va a la cabeza. De hecho, frases como «Tel Aviv es el Silicon Valley de Silicon Valley» se oyen con cierta frecuencia, haciendo alusión a que el país israelí es aún más innovador que la meca californiana. En un país asolado por los diversos conflictos internacionales en los que anda enrolado, encontramos una realidad paralela que no llama tanto la atención, pero cuyos números hablan por sí solos: en un territorio de apenas 8 millones de habitantes hay cabida para más de 4.000 startups. La mayoría de ellas no desarrollan productos meramente para usuarios medios de Internet, como muchas empresas de Silicon Valley, sino lo que podríamos llamar ‘tecnología dura’: biotecnología, ingeniería, bioquímica, farmacología, etc.
Muchas de estas startups acaban muriendo, como indica cualquier lógica de fracaso empresarial, pero las que sobreviven suelen conseguir resultados millonarios. Según un estudio de Price Waterhouse Coopers, las ventas de empresas israelíes a lo largo y ancho del mundo granjearon más de 5.500 millones de dólares solo en 2012. Entre las grandes ventas de ese y otros años podemos destacar a Waze (vendida a Google por 1.000 millones de euros), PrimeSense (a Apple por 345 millones), Trusteer (a IBM por 1.000 millones de dólares) u Onavo, por la que Facebook pagó 120 millones de dólares, entre otros ejemplos.
El éxito de Israel (apodado ‘Silicon Wadi’ en los entornos tecnológicos) tiene un pequeño secreto: su apuesta tecnológica no es circunstancial, ni mucho menos. La apuesta israelí surgió hace muchos años, cuando Silicon Valley ni siquiera era conocido mundialmente, en una apuesta del Gobierno del país por fomentar la ciencia y la innovación (y para combatir su aislamiento y su alta conflictividad internacional, también es cierto). No en vano, Israel dedica el 5% de su PIB anual a la investigación y desarrollo, siendo líder mundial en este sentido. De hecho, 140 de cada 10.000 ciudadanos israelíes son ingenieros.
China: Zhongguancun, la innovación que viene de Oriente
Si nos vamos a China nos encontramos diversas zonas que intentan importar el modelo de Silicon Valley. Quizá la más destacada sea Zhongguancun, un distrito al norte de Beijing que en los últimos años está concentrando un creciente número de startups tecnológicas con visión global. El emprendimiento tecnológico chino ha constado de dos fases. En su momento se apostó por la mera copia, a tenor, sobre todo, de la prohibición por parte del Gobierno chino de los mayores portales tecnológicos mundiales. En esas circunstancias nacieron empresas como Baidu (el ‘Google chino), Weibo (el ‘Twitter chino’) o Alibaba (el ‘Amazon chino’), que ha crecido de tal manera que ya opera en todo el mundo.
Inspirados en ejemplos como el de Alibaba, la nueva generación de emprendedores tecnológicos chinos están progresivamente abandonando el aislamiento y el esquema vertical de las compañías de aquel país: frente a la tradicional soledad y al modelo de copia, las nuevas startups nacidas en China apuestan por modelos globales y por plantar semillas tecnológicas innovadoras que, con el tiempo, puedan dar frutos a nivel mundial. Y es esa la actitud con la que nacieron grandes fabricantes chinas de móviles como Huawei, Xiaomi o ZTE.
Bangalore: el éxito de la ingeniería india
Otro de los mayores focos se sitúa en Bangalore, la capital del estado de Karnataka, al sur de la India. El éxito de Bangalore también ha atravesado dos fases. En primer lugar, la exportación de talento. No hace falta estar muchos días por Silicon Valley para observar que la población de origen india es llamativamente numerosa, debido a la apuesta que el país empezó a hacer hace más de 20 años por la tecnología y, más concretamente, por la programación. Fruto de esa apuesta, el país ha acabado metiendo a gran parte de su talento en las mejores compañías tecnológicas del mundo.
La segunda fase es la que está teniendo lugar ahora mismo: la concentración del talento. Frente a la tradicional emigración de los grandes cerebros indios, el Gobierno está apostando por concentrar su mayor tesoro dentro de las fronteras para dar lugar a startups que, naciendo del ámbito local, puedan conquistar el mundo. Ante esta situación, son varios los gigantes tecnológicos que están montando sus propios centros de desarrollo en el país.
Dublín: bienvenidos a Europa
Si nos adentramos en el continente europeo, encontramos dos o tres focos: Dublín, Londres y -quizá en menor grado- Berlín. El caso de Dublín es más que evidente y responde a dos sencillas palabras: política fiscal.
¿Qué gran compañía tecnológica no es acusada de cuando en cuando de fijar su residencia en Irlanda para pagar menos impuestos? No es ningún secreto que gigantes como Google o Apple tienen grandes centros operativos en Dublín, que, con el tiempo, se ha convertido también en la puerta de entrada a Europa.
Nueva York: tecnología financiera
Si fuera de Estados Unidos hay competencia por crear otros Silicon Valley, lo de dentro es una auténtica lucha a cuchillo. La mejor colocada es Nueva York, la tradicional capital financiera a nivel mundial que, aprovechando esa ola, también pretende acaparar todo lo que se cuece en el emprendimiento tecnológico. De hecho, son muchas las startups de carácter financiero que optan por esta ciudad, a la que muchos ya conocen como Silicon Alley.
Rusia: Technopark District
Rusia quiere volver a estar entre los líderes mundiales en el sector tecnológico. Para ello, puso en marcha Skolkovo Technopark District, el Silicon Valley ruso.
Este complejo está dividido en cinco áreas: tecnología de la información, tecnología nuclear, eficiencia energética, innovación biomédica, espacio y telecomunicaciones. Y está ocupado por unas 1.500 compañías.
Tal es el interés ruso por ser un gigante de la tecnología que ha creado una ciudad desde cero basándose en las últimas novedades tecnológicas. Innópolis, como se llama el lugar, pretende alzarse como la capital de la tecnología.
Emiratos Árabes Unidos: El futuro es ahora
Dubái lleva invirtiendo desde 2002 en un proyecto que quiere competir directamente con Silicon Valley, el llamado Dubai Silicon Oasis. Está situado en el centro de la ciudad y tiene una extensión de 7,2 kilómetros cuadrados. Su táctica es atraer startups para que comiencen su carrera en este oasis y crecer como en su día hizo Silicon Valley.
Uno de los proyectos que se cuecen en Dubai Silicon Oasis es el coche volador de Uber y la NASA, que prepara a la ciudad para cuando el petróleo deje de ser su principal fuente de ingresos.
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